Transformación Digital en la Construcción

La Transformación Digital de la Construcción

Un plan de siete puntos para la transformación digital de la construcción

Según los últimos estudios, el 60% del sector de la construcción sigue siendo analógico. Esto lo sitúa claramente por detrás de otros sectores económicos. Aún no hemos conseguido romper el modelo de concepción lineal en construcción y esto ha frenado el progreso que deberíamos haber experimentado en los últimos 25 años, a pesar del enorme potencial existente.

Aquí proponemos un plan de siete puntos para acelerar la transformación digital de nuestra industria:

1. ¿Por qué esta transformación? En primer lugar, nos debemos preguntar si la digitalización va a mejorar el negocio, nuestra eficiencia o la calidad de nuestro producto. ¿Qué impacto tendrá en términos de aportación de valor? Es importante calibrar nuestras expectativas. La transformación conlleva tiempo y esfuerzo y debemos tener claro que merece la pena para mantener el impulso sin perder de vista los objetivos. El aumento en la productividad que se producirá con la asimilación paulatina de este progreso compartido debería facilitar la aceptación del cambio. En la construcción, la aplicación de los conocimientos adquiridos de un proyecto a otro es un buen punto de partida, y con la digitalización este conocimiento ya no se queda en la documentación de papel ni en las cabezas de los responsables, sino que se va implementando en la mejora de procesos, que tiene beneficios exponenciales en toda la organización.

2. ¿Estamos listos? La gente es el corazón de la empresa, y la digitalización puede parecer una amenaza para sus puestos si no conseguimos articular nuestra cultura del trabajo con los beneficios que aporta, sin disrupciones. De esta forma, sabiendo ya por qué queremos evolucionar, ahora hay que prepararse para el cambio. Es importante que nuestra gente entienda que la digitalización no solo mejorará el negocio sino también sus trabajos. Nuestros equipos deben entender que no se trata de sustituirles, si no de mejorar su producción. Proporcionar formación en nuevos sistemas, ampliar el alcance de cada puesto incluyendo métodos innovadores de trabajo, o haciendo participar a nuestra gente en la implementación de cambios importantes para la empresa puede ayudar en esta transición. Debemos tener claro por qué esto es un paso adelante y sólo puede ser positivo para todos.

Foto Global Switch

Data Center Confidencial en Madrid.

3. Marcar la línea de salida. Identificar un campo que se alinee con las razones del cambio para la digitalización, con la escala adecuada para que se pueda evaluar su impacto, es la mejor forma de empezar con buen pie y plantear la cuestión en otras áreas. Se trata de buscar un proyecto aislado donde la introducción del cambio no sea disruptiva para toda la organización. Extraer las “lecciones aprendidas” de este primer proyecto, compartirlas y aplicarlas en el siguiente, para poder valorar su impacto antes de aplicarlas de forma generalizada.

4. Auditar la estructura de negocio. Aunque parezca extraño hay que preguntarse: ¿Entendemos nuestra propia empresa? ¿Cómo funciona el negocio hoy en día y hacia dónde queremos que vaya en el futuro?

¿Dónde hemos incorporado la digitalización y dónde mantenemos sistemas analógicos? ¿Qué procesos se pueden/se necesita mejorar? Analizar y cuestionar nuestra estructura de negocio nos puede proporcionar una imagen completa no sólo de los sistemas y la tecnología que empleamos, sino de todo su funcionamiento. Si sólo nos centramos en los sistemas y dejamos de lado la gente, perderemos el objetivo del beneficio global. Si alguien deja la empresa, sus avances y conocimientos no deben perderse, sino quedar reflejados en procesos bien establecidos, de forma que el rendimiento del equipo no se vea afectado.

Foto Roche

Oficinas y Laboratorio para Cliente Confidencial en Barcelona.

5. ¡Escarmentar en cabeza ajena! Para que tu transformación sea más rápida y sin sobresaltos es importante saber rodearse de quien ya ha pasado por la experiencia; consultores expertos que puedan indicar el camino y hacernos ver cómo será el final que perseguimos y a qué retos nos enfrentaremos para alcanzarlo.

6. Fracasar pronto es mejor a largo plazo. Si hay que tropezar es mejor hacerlo cuanto antes, aprender de los errores y avanzar, más rápido y mejor armado que antes, hacia el éxito final sin comprometer tus resultados. La gestión de los KPIs (Key Performance Indicators) es vital para conseguir este éxito, ya que nos permite identificar en fases tempranas del proceso las partes que nos están desviando del camino, y hacernos las preguntas correctas: ¿Qué cambios hay que hacer? ¿Necesitamos replantearnos algo e intentar un nuevo enfoque? Las razones iniciales (los “por qué”) deben permanecer presentes ¡Hay que ceñirse al plan! La experiencia nos dice que las iniciativas de digitalización pueden verse frenadas por expectativas poco realistas o mal planificadas, pero no hay que abandonar sino adaptarlas a la realidad. ¡Puede que estemos más cerca de conseguirlo de lo que pensamos! Es importante echar la vista atrás y poner en valor las pequeñas victorias que nos permiten ver el acierto de la estrategia, y mantener ese impulso hasta el final.

7. La hora de la verdad. Superados los seis puntos anteriores es momento de escalar la estrategia de digitalización por toda la empresa solo queda decidir en qué orden. Algunos cambios rápidos pueden ser positivos para impulsar la transformación del equipo. Visualizar el proceso es satisfactorio para todos, y para esto debemos revisar continuamente este proceso de seis pasos.

Implementar el cambio a menudo nos hace buscar un impacto inmediato, pero el avance a grandes pasos rara vez es el camino a una transformación digital sostenible a largo plazo. Es esencial recordar las razones que nos impulsaron a este reto y que hacen que merezca la pena. Así que se paciente con tu equipo y contigo mismo, y verás la recompensa.

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